DiegoLinares

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La cualidad
de la
piel

Como gran parte de la producción artística de finales de los 90, que refleja la desaparición gradual de las fronteras entre las distintas artes, el trabajo de Diego Linares se vincula a otros soportes, y se beneficia de las nuevas tecnologías y capacidades de expresión con las cuales la moda, la fotografía, el cine, la arquitectura, la música y otros recursos mediáticos han contribuido a la elaboración de imágenes y al diseño de productos.

Como gran parte de la producción artística de finales de los 90, que refleja la desaparición gradual de las fronteras entre las distintas artes, el trabajo de Diego Linares se vincula a otros soportes, y se beneficia de las nuevas tecnologías y capacidades de expresión con las cuales la moda, la fotografía, el cine, la arquitectura, la música y otros recursos mediáticos han contribuido a la elaboración de imágenes y al diseño de productos. Linares trabaja a partir de fundamentos estéticos sólidos y muy variados: sus cuadros incorporan una suma intencional de citas, de códigos estéticos, creando un diagnóstico de nuestro consumo de imágenes.

El artista se ha inspirado del arte africano para representar a una figura humana “totemizada”, adaptando este objeto de veneración, en cuerpo - ahora en movimiento-, concediéndoles un estatus casi escultórico. Estas bellezas negras constituyen un material subjetivo consciente que permite a Linares explorar en gran formato sus proporciones, jugar con sus contornos y su color, repetir sus formas, frente a cierta tradición occidental que recurre más a las coartadas estilísticas y frente a la devaluación subsiguiente de la corporalidad ante una belleza más simbólica. Linares aprovecha la cualidad de estas pieles lisas, brillantes para experimentar con la iluminación -a modo de filtros empleados para efectos cinematográficos- creando series de cuadros en donde variaciones de matices de la luz confieren a la piel de sus modelos características que oscilan de lo orgánico a lo metálico. Esto, junto con las clonaciones crean planos sucesivos que aluden al registro visual del cine expresionista alemán, en particular a la película futurista Metrópolis de Fritz Lang realizada en 1927, que explota la iluminación y las posibilidades dramáticas del cuerpo, para explicar escenas sin palabras.

Otras series de cuadros, con contrastes más pronunciados entre los colores nos permiten por ejemplo a un Pop distorsionado. Si bien el Pop avaló la utilización de la mecánica en la producción artística, las pinturas de Linares revelan en su reproducción la disponibilidad que estas imágenes tienen en nuestro bagaje iconográfico.

En la serie más reciente de cuadros llamada Tatúame, Linares hace referencia al disco Tattoo you de lo Rolling Stones. Esta serie de trabajos retoma la estética del rock, y sobrepone en sus modelos formas algo inconexas, casi vegetales, pero que han sido previamente estilizadas y difundidas por la industria de la moda.

Vemos aquí, que la obra del artista no hace únicamente referencia a momentos puntuales de la historia del arte o a fenómenos mediáticos específicos, sino que establece las bases de una narrativa propia. Los cuadros de Diego Linares resultan extremadamente disuasivos, crean un registro comprensible que abarca lo primitivo y lo cibernético, efectúa una correspondencia estética que combina lo virtual y lo ancestral, reflexionando sobre el acto pictórico, sobre las posibilidades de este medio en reconfigurar contenidos colectivos. Linares usa los símbolos que proliferan en nuestros días y propone una lectura más fracturada, más subjetiva de una realidad que prevalezca ante los ideales del futuro y valores del pasado. En particular al acercamiento del cuerpo y de la sexualidad -con su clonación y con la búsqueda de la perfección- muestra la dificultad de representarse a sí mismo y de adherirse a sus creencias, como le sucede tan a menudo al hombre moderno.

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