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Vino del sur y trajo consigo una dramática pasión por sus mujeres calvas, plenas de sensualidad, de erotismo sin tapujos.Así es la obra del argentino Diego Linares, quien expone sus "Ménades" a partir de hoy a las 7 p.m. en el Centro Cultural de México, en total 13 obras en tela y nueve en papel.

Vino del sur y trajo consigo una dramática pasión por sus mujeres calvas, plenas de sensualidad, de erotismo sin tapujos.

Así es la obra del argentino Diego Linares, quien expone sus "Ménades" a partir de hoy a las 7 p.m. en el Centro Cultural de México, en total 13 obras en tela y nueve en papel. Linares, heredero de una larga tradición familiar artística, radica en Costa Rica desde hace dos años y aquí siguió creando. Y de su contacto con nuesta tierra nacieron las Ménades, “una obra que tenía que hacerse”, dice al pintor.

"El arte debe ser visceral", afirma Linares al presentar su obra, la que no responde a ninguna línea preestablecida por las "vedettes del arte, que son los galeristas, críticos de arte y coleccionistas", dice Diego Linares. Y es que la obra de ese originario de Tucumán, Argentina, nace con la libertad propia de un creador sin ataduras estéticas, de un amante del arte que crea por una necesidad íntima y no simplemente para vender.

Maestro del punto

En la exposición, Diego Linares exhibe su talento para el manejo de la plumilla. Con puntos y rayas logra resultados asombrosos, capaces de contornear a la perfección la exuberancia del mestizaje de la mujer negra e indígena.

Ellas, siempre eróticas, aparecen rodeadas de la naturaleza, otro de los elementos redundantes en la obra de Linares, quien admite que sus primeros años en Tucumán marcaron su producción pictórica.

"Sin saberlo, al pintar mi tierra estaba representando a Costa Rica, por eso cuando creo aquí es como estar otra vez en Tucumán", dice Linares.

"De niño soñaba con pintar en el Caribe y ahora estoy aquí", y aunque le costó adaptarse a la forma de vida costarricense, hoy se siente uno más con la naturaleza que posee esta tierra que le abrió las puertas.

Exuberante y caribeño

Dos óleos de gran formato (2x2 m) complementan esta muestra. Uno de ellos es “Tierra” y “Miss Costa Rica”, ambos nos presentan dos mujeres rodeadas de animales y la riqueza vegetal, que representan el espíritu de nuestro continente.

De especial interés será para los espectadores el primer óleo, donde Lucy, una puertorriqueña frondosa y sonriente, puede provocar risas y admiración. La vivaracha caribeña enseña su hermosura en medio de monos azules y flores multicolores, un panorama con aire oriental. De su obra Jorge Valdés, agregado cultural mexicano, dice que estas mujeres "observan al espectador y ante él se exhiben, poseídas y poseedoras de una transparencia frutal, de una elegancia que celebra en su estado primigenio la magia irreverente de la vida".

"Un mago del encantamiento, la serpiente Linares tiene por sobre todas las cosas la virtud de fascinar, de producir en el observador un impacto casi místico”, afirma Katja Alemann, presentadora de Diego Linares, quien además comparte su vida con el pintor desde hace 13 años.

Éxito anunciado

Irremediablemente Diego Linares estaba destinado al triunfo. A los 17 años presentó una serie de obras sobre los prostíbulos, y siendo desconocido aún el gran Rafael Alberti gustó de la muestra y se propuso como presentador de esta.

Desde entonces la vida le ha deparado muchos encuentros afortunados, que han ido construyendo un nombre en la plástica argentina.

Así, sin discursos intelectuales, llegó Diego Linares a Costa Rica. Simplemente presenta sus sentimientos con la única esperanza de que impacte a quien vea sus obras, que provoquen risa o admiración, pero que ninguna pase desapercibida para el espectador.

Eduardo Muñoz

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